En estos tiempos está de moda lo de los productos "bio" y los productos "ecológicos". Yo siempre los he mirado con recelo y no sin justificación. Cuando en una ocasión has probado una cerveza denominada "natural" que se supone se ha elaborado a la antigua usanza, sin procesos industriales que adulteran su sabor y el resto de sus propiedades y esa cerveza te sabe a, bueno, cómo decirlo sin herir sensibilidades, pues eso, a "Mi agüita amarilla" que cantaban Los Toreros Muertos, le coges un poco de miedo a lo de los experimentos. Triste recuerdo del "Cañas y Tapas" de Santander que hace ya un tiempo que desapareció.
Hace unos días volví a jugármela (estaba con la guardia baja), pero afortunadamente fue un acierto. Ha sido una grata sorpresa encontrar una cerveza ecológica que sabe a eso, a cerveza, pero de las buenas. Es una cerveza tipo pilsen, la cual, para su elaboración se ha empleado malta y lúpulo cultivados de forma ecológica; y la energía consumida en su proceso es de origen renovable.
Es una cerveza de color dorado claro, con un sabor ligeramente amargo y que sobre todo sabe a eso: a cerveza, que es lo suyo. Lo dicho, una agradable sorpresa.